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sábado, 26 de marzo de 2011

Los niños, los jóvenes y la lectura: algunas claves


El tema del fomento de la lectura es uno de los más delicados desde el punto de vista de la educación. Está claro que la lectura es importante y que es bueno que los niños y jóvenes lean. Pero a veces pareciera que se trata de una cantinela en la que ninguno de los actores involucrados termina asumiendo la responsabilidad.
Enseñar a leer está a la altura de cualquier maestra o maestro, pero inculcar el amor a la lectura es una tarea de magos en un mundo en el que todo parece atentar contra ella: la televisión, los videojuegos e Internet, entre otros.
Antonio Basanta, Gemma Lluch, Pedro Cerrillo y Elsa Guiar del Centro de Estudios y Promoción de la Lectura y Literatura Infantil y Juvenil (Cepli) han elaborado una serie de sugerencias o claves para acercar a los niños y jóvenes a la lectura. Algunas de ellas me parecen especialmente importantes, así que me voy a permitir comentarlas acá.
El primer aspecto a resaltar es que estos investigadores coinciden en la necesidad de partir del respeto a los jóvenes y niños a la hora de afrontar el tema de los libros. Cuando se habla de respeto se habla de no imponer y de escuchar, reconociendo que cada momento del desarrollo humano tiene sus características y particularidades.
Con ello como plataforma de arranque, proponen:
1) No imponer la lectura. Proponerla como invitación y nunca como obligación o castigo porque así se le sataniza. Los libros obligatorios suelen ser perjudiciales para descubrir el gusto por la lectura.
2) Dejar que sean ellos mismos quienes elijan sus libros y lecturas.
3) Sugerir lecturas desde el convencimiento y dando ejemplo.
4) Las lecturas compartidas con los menores son buenos pretextos para establecer contacto y diálogo con ellos.
5) Proponer libros que hayan sido pensados para los jóvenes.
6) Crear espacios físicos y temporales.
7) Las bibliotecas públicas están fomentando clubes de lectura ideales para esta práctica y para el diálogo entre adultos y jóvenes.
8) No empeñarse en que lean a los clásicos porque la mayoría de éstos no fueron escritos para el público juvenil. Esa inversión de los hechos es nefasta para descubrir el placer por la lectura.
9) Leer no sólo significa leer narrativa; es también acercarse a la enciclopedia, a los periódicos, a las revistas, a los textos de internet o al cómic. Estas lecturas recuperan o crean poco a poco el hábito lector.
10) Hay que tener en cuenta la literatura clásica contemporánea en todos sus géneros.
11) No hay que evitar la literatura más comercial. No debe haber lecturas excluyentes.
12) Es un error querer homologar los criterios, intereses y gustos literarios de los adultos con los de los hijos o jóvenes en general.
Es claro que este decálogo ampliado parte de una suerte de desmitificación de lo que es la literatura para jóvenes y niños y, sobre todo, que es un listado que plantea un reto importante a docentes y padres: asumirse como parte integrante e integral del proceso. Se enseña a amar a los libros con el ejemplo. Si decimos que se trata de una labor en la cual lo emocional es importante, ¿qué mejor que nuestros guías la compartan con nosotros?
No será fácil porque se trata, parece, no sólo de “educar” a nuestros jóvenes y niños sino también de formar a los adultos que los guían para que compartan con ellos y para que sean capaces también de conectarse con las nuevas vías que sus intereses nos muestran.

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